Cuando hace un mes dije que iba a dar clases de piano, en casa y todos mis amigos se pusieron muy contentos. Te vas ilusionando, me dijeron. Saben de mi preocupación por tener que crearme de nuevo. Más de un año ha pasado del tortazo, dos meses de la recaida, ocurrida el día de mi cumpleaños y una semana desde que he vuelto a dejar las muletas.
Es cierto que estoy pasando una racha de puro invierno. Ni me hundo, ni decaigo. Guardo las ganas de reir. Es importante para todos y sobre todos ellos, para mí.
De ahí a creer todos, todo lo que digo, con lo gansa que soy, va un abismo.
Cuando me confirmaron la aceptación a las clases de piano, mandé una invitación a mis hijas, amigos y a algún bloguero y bloguera con los que hace mucho tiempo mantengo amigables correos y que habitan en Madrid.
Las respuestas recibidas me dejaron asombrada. Todos me felicitaban
Nadie dudó de nada y todos confirmaron su asistencia.
Claro, no tuve más remedio que contestar y preguntar si estaban tontos.
De tí, no nos extraña nada, contestaron la mayoría.
Debo cambiar, debo cambiar. ¿ Como pueden creer lo que dice una sexy muy gansa o una gansa muy sexy?
Pensándolo mejor... debo cambiar de hijas, amigos y blogueros que vivan en Madrid, por otros que no crean a rajatabla todas las tonterías que hago y digo.
Dejo la invitación que les mandé a todos ellos. Lo único que he cambiado ha sido el nombre de la pianista.
Invitación
Quedan ustedes invitados al primer concierto (o lo que salga del piano) que dará la sexy y maravillosa pianista Aquí se va a quedar, el lunes próximo, día 18 del octubre en curso, a las 6,30 de la tarde en el Aula Magna del ....
Se ruega no olvidar los tapones y orejeras. No es por la pianista en cuestión, es que el piano está desafinado y no existe la posibilidad de un buen concierto.
Si alguno se le ocurre aparecer con tomates u otros elementos ensaladeros, se enterará cuando acabe el concierto. Conocen perfectamente, el mal genio que gasta la concertista cuando algo no le gusta.
Damas:
Se puede acudir de largo, de corto, con traje de lagarterana, faralaes o vestidas de toreras. No valen los biquinis, por el posible desvio de las miradas masculinas del escenario al patio de butacas.
Caballeros:
Ustedes pueden acudir como les de la gana. La concertista no pondrá ninguna pega. Les considera a todos hombres encantadores que saben como acudir a ese tipo de eventos.
Estoy muy, muy contenta.
Besos
Firmado
La concertista