lunes

Aprendiendo a vivir...





Luis Magán, el País

Nunca he estado lejos de la pobreza ni de las cosas tristes que existen por Madrid.

Me cuesta hablar de ese tipo de cosas tan cercanas a mi forma de vivir. De pensar.

Mi pueblo arde por tres costado.
 El cuarto, el de los pobres, ha existido siempre. También en tiempos de bonanza.
No están por placer bajo los puentes que existen por mi barrio. Son personas. Lo han sido siempre. La vida les dio la espalda por múltiples razones. Se unieron en la soledad.

 A ellos, españoles con derechos ignorados, gente de mala vida y de peor vivir, ni se les veía, no había tiempo para tanta tontería. Es una elección - decían muchos- son  ellos los dueños de su propia vida...

 - Aprenderán  a vivir teniendo poco. Se aprende a todo en esta puta vida.
- Eso le tocará ahora a demasiada gente; vino barato, sobras de comida y el comedor social, como nosotros ¿Quién me iba a decir que terminaría así, durmiendo bajo un puente? Hasta he aprendido a sonreír
( Comenta una señora envuelta en una manta vieja y maloliente, con unos guantes rotos recogidos de un contenedor, pegada  a un caldero lleno de brasas como único calor, junto al abrazo de otro compañero, rebosantes de amor)

Aprendí, hablando con ellos y de ellos.

 Aprendí del emigrante, especialmente mujeres, que dejaron su país, sus hijos y cruzaron mares por una vida mejor y encontraron el desprecio, la esclavitud; las malas formas; la falta de respeto; la incomunicación; la falta de derechos por ser pobres en su lugar de origen y aquí. Mientras, sus dirigentes se enriquecen como lo hacen los nuestros.

Aún rechina en mi cabeza la recogida, de una comisaria, de una amiga que había olvidado sus papeles en casa y la retuvieron durante 48 horas, en pleno agosto, sin comer, sin beber y sin aparecer nadie por el cuartucho donde la retuvieron hasta que se dignaron a decirle que podía hacer una llamada.
 Deshidratada, hambrienta, sola, sucia, temblorosa y temiendo una agresión. Han pasado unos años y no se quita el miedo por mucho que lo intenta.

Ahora, no habrá asistencia para todos. No habrá comida para todos. No habrá educación para todos. No habrá calor para todos. No habrá sueños para todos.
¿ Habrá que hacer una selección? ¿Se llenarán los puentes que aún están vacíos? ¿Tendremos ojos en el corazón? Puede que sí, puede que no...

Antes de todo esta crisis, ya me dolía Madrid.

Ayer me acordé de mi padre y de lo que nos dijo cuando éramos pequeños y vimos a un señor pidiendo:
- Hijos, ese señor no pide por gusto. Como está él, podremos estar los demás alguna vez en la vida. No le tengáis miedo.


Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.
Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde. Brecht



¿A cuántos nos tocará ahora?


 

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