lunes

Evocando...

La niña de la cama de al lado la oía llorar. Callaba y nunca se movía.
De día la miraba. Siempre estaba contenta, siempre sonreía.
De noche lloraba la desaparición del amado. Le hablaba, le decía…
La niña de la cama de al lado, se hacía la dormida.
¿Te acuerdas mucho de abuelito?
Vosotros llenáis mi vida de cariño... Me acuerdo alguna vez. Siempre bromeaba. Siempre sonreía

La niña de la cama de al lado que, sabía de sus noches de dolor y de tristeza,

callaba y nunca le dijo que, oía su llanto y las palabras de amor que ella le decía...

Se llamaba Manuel. Nació en España

5 comentarios:

  1. Entrañable, hermoso, querido...

    Abrazos

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  2. La niña de la cama era una niña lista, y sensible

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  3. El llanto de una persona mayor es de las cosas más tristes que puedo imaginar...

    Un gran abrazo

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  4. Las canciones tienen ese poder evocador.
    Y las generaciones sus recuerdos. Esa entrañable relación entre nietos y abuelos que hoy, en algunos casos se ha vuelto una relación interesada e impuesta por las circunstancias. A veces pienso que hemos perdido cosas importantes por el camino, que esta época tan moderna nos ha quitado, hurtado algunos sentimientos esenciales.
    Y por otro lado, lo que dices de mi modesto librico. Me temo que en Zaragoza es posible encontrarlo en la librería París, pero fuera de Zaragoza, en Madrid concretamente, resulta imposible porque no tiene distribución. Ya me contarás y si quieres tienes mi correo electrónico.
    Muchas gracias por tu interés.
    Un cordial saludo

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  5. * Muchas gracias, Isa. La foto de Raices de Manuel, provocaron el recuerdo de su día y algunos más, como ves.

    * Miguel, la niña de la cama de al lado, gritó, durante muchas días, de forma desconsolada, la la pérdida de su abuelo. Su abuela la consolaba con palabras cariñosas. El Mundo es pequeño, no cabemos todos y la niña no callaba.
    Desde la primera noche que oyó llorar a su abuela con su carga de tristeza, nunca volvió a preguntar. Se abrazaba a su abuela, calladita y ya está.
    La niña de nueve años, creció de pronto y aprendió el valor del silencio cuando era y es necesario.

    *Tienes razón Rat. Mucho más cuando es tu abuela, cuando la ves sonreir y que nadie se preocupe y cuando la quieres tanto como la quiso la niña.

    * Luis, he prometido a mis hijas que si un día tengo nietos, pienso ser como los míos.Ellas tendrán que educarles con más medios o con menos, no es eso lo má importante. Si un niño se siente querido, lo demás no le importa demasiado. Aunque creamos lo contrario.
    El libro y otro más de los que hablas en tu blog, están encargados. Ya veremos.
    Gracias por lo del correo.

    Un abrazo a todos y gracias

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