Es una carta escrita en verano a mis hijas.
Me he reído al verla de nuevo.
Buena y fresquita mañana tengan todas ustedes, mis
queridas, adoradas y desordenadas hijas.
Desde el balcón de Ote y acabada de duchar.
Vestida con un pareo
rojo-pasión que quita el hipo y un buen desayuno
delante de mis ojos y que voy a devorar, les envío un recadito.
En el piso de arriba hay tres habitaciones
(asomé la carita ayer) que tienen un armario cada una ¿He dicho armarios?
Sorry, creí que eran armarios, pero no. Cada uno de ellos es, la cueva de Alí
Babá y doscientos ladrones más o menos.
Si ustedes, las tres, no aclaran los armarios, los
ordenan y lo dejan todo colocadito, me encargaré yo solita.
Para tan magno
evento me he comprado, unas bolsas muy
grandes de jardinería (adjunto documento gráfico)
Al lado de la
iglesia han colocado, unos contenedores de
una onege, para ropa y calzado.
El viernes, cuando lleguen, después de los abrazos,
los besos, los piropos de rigor que una madre, tan maravillosa como yo se
merece, subirán para el piso de arriba y no saldrán de allí hasta ordenar todo. No olvidar que las fiestas de Ala, empiezan hoy
Por mucho que ustedes lo intenten con lamentos,
lágrimas artificiales; ruegos y preguntas o la connivencia de vuestro amado
padre o de Marcel y Monique, no van a lograr
nada, salvo que el lunes, cuando vuelvan a Madrid, quedarán los armarios
vacios y los contenedores llenos.
Si al leer han
pensado que es, una buena forma, de
renovar vestuario, están equivocadas. Nada de nada ¿Entendido?
Avisadas quedan, queridas, amadas y adoradas hijas.
Voy a desayunar y a fumarme un cigarrito…
Besos
Mira yo siempre he sido ordenada hasta la enfermedad, así que tal vez tendría que haber sido algo más caótica para recibir una misiva de mi madre tan chula. :-D
ResponderEliminarY ahora te pregunto yo: ¿ordenaron o no? La amenaza de ver toda tu ropa en un contenedor es muy convincente.
Al margen. Decirte que los contenedores que recogen ropa y calzado han de ser del propio ayuntamiento de Madrid, de los puntos limpios, por ejemplo. No son de fiar los de oenegés, la mayoría de ellos no son tales sino negocios.
Besotes.
Ja,ja,ja... El cuento de nunca acabar. A mí lo que peor me sienta es pensar en todas las horas que he dedicado a enseñar cosas. Esta generación tiene muchas cosas buenas, son unos coquitos, son creativos, inteligentes y bla,bla,bla.
ResponderEliminarPero el mantenimiento que lo haga otro.
Mira, tu graciosa carta me ha servido a mí para desahogarme. Y a la pregunta que hace Calamidad (hija, qué nombre) estoy segura de que lo harían y rápido, son tod@s muy listos cuando quieren. Es verdad lo del negocio de ropa usada, no veas el tinglado que hay detrás de todo eso.
Menos mal que has abierto comentarios, que con esta entrada tuya, si no puedo escribir, reviento.
Miles de besos.
¡Hola, Isabel! Bueno, no eres la primera que se horroriza con el nickname, sin ir más lejos la dueña de este blog no puede con él. :-D Pero precisamente mi madre me solía llamar así, o chopo lirondo, cuando me pasaban las mil y una aventuras que le suelen pasar a alguien que está todo el día en las nubes. También va la cosa por mi admiración hacia Calamity Jane. ;-)
EliminarRespecto a los hijos, ni pizca de idea, así que me fío de vosotras.
Muchos besos para las dos.
Os contesto a las dos.
ResponderEliminarNo me gusta el nombre de su Nick y nunca me dirijo a ella con ese nombre. Ni por el blog ni por carta. Aunque sea por admiración a quien sea, no me gusta, no me gusta y ya está.
Estoy pensando en abrir un apartado de Madre a hijas. Tengo la costumbre de escribirles cada día y al paso del tiempo me da risa cuando las leo. Cuando estaba la Coti, les escribíamos la dos...
Voy a poner la contestación a esa carta electrónica.
Claro que lo hicieron. Detrás de mi carta-broma, ellas sabían que hablaba en serio. La brusquedad innecesaria no me gusta.
Isa, si mi madre levantara la cabeza, te contaría como era yo con el orden.
Una vez le dije que el caos exterior denotaba un estupendo orden interior (lo había leído en algún sitio) y ella me contestó que con un tirón de oreja y un fin de semana sin salir de casa se ponían parejo en un plis plas.
Besos a las dos