Ahí murió Daniel el miércoles pasado. Tenía 45 años. El alcohol y la enfermedad mental le tenían minado. A veces confesaba que nunca fue feliz.
Dormía en el albergue de la Casa de Campo. El día lo pasaba ahí. Unas veces amable y otras agresivo. La gente le apreciaba.
Un indigente más. Uno de tantos a los que la vida le dio la espalda por mil razones diferentes.
No habrá más homenajes. Dentro de un año nadie se acordará de él.
Le une a Galeano la cercanía de la muerte y la frase de Dani:
Yo soy de los Nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada
Buen viaje, Daniel. Buen viaje, Eduardo
Tu sí, preciosa, tu sí te acordarás.
ResponderEliminarLa vida puede llegar a ser muy dura y más para los que no tienen nada o casi nada, Daniel tenía el aprecio de mucha gente y eso ya es mucho.
Diría que me lastima más la muerte de Daniel que la de Galeano, ya ves.
Un beso enorme!
Esa misma sensación tengo yo, Montse. Eduardo tuvo una vida larga que vivió como quiso. Daniel la tuvo muy cortita y vivió como pudo.
EliminarFeliz fin de semana
Palabras de tributo a Daniel:
ResponderEliminarQuisiera yo como él ser de los Nadies,
hijos de Nadies, dueños de nada...
Repito tu buen viaje a estos poetas
Enric, a veces pienso que no somos mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo.
*Me gusta y me hace sonreír tu presencia en mi pequeño blog